Presentación de la obra «CATTIAUX, UN ARTE MÁGICO»

 

©Jean-Marie Groult - Editorial Philomène Alchimie - 27 julio 2023 

© Traducción del francés : Jeanne d’Hooghvorst (oct. 2023) 

Louis Cattiaux pintor

 

Louis Cattiaux nació el 17 de agosto de 1904 en Valenciennes, pero murió demasiado pronto, el 16 de julio de 1953; no obstante, su corta vida fue de lo más fructífera. Dicen de él que fue pintor, poeta, filósofo e incluso alquimista (y según algunos, Adepto), epítetos que por desgracia no nos revelan más que de forma imperceptible la verdadera dimensión de este personaje extraordinario. En realidad, era todo eso y mucho más; destacaba en cada una de esas diversas disciplinas, porque para él todas formaban parte de un Gran Todo, de una búsqueda global a la vez artística y espiritual, y al mismo tiempo tan exigente: «¡Cuando la cosa se produce, es el Arte; cuando no se produce, no es nada!», [1] afirmaba él mismo.

En las exposiciones permanentes de la Galeria Berthe Weill (París), Louis Cattiaux expuso junto a Picasso, Utrillo, Cézanne, Lautrec y Matisse. En dichas ocasiones, los críticos de arte descubrieron creaciones que consideraron, en su conjunto, desconcertantes y a la vez apreciaron los vivos colores, francos y vigorosos que ofrecía la paleta del artista. Incluso observaron que, en ciertos lienzos, dichos colores se asemejaban a esmaltes translúcidos. Perplejos, los críticos se interrogaron ante sus cuadros, sobre sus técnicas diversas y temas insólitos que parecen estar a caballo entre lo real y lo irreal, pero donde sin embargo fusionan color y poesía de una forma sorprendentemente armoniosa.

 

[1] Louis Cattiaux, Física y Metafísica de la Pintura de, p.34, Arola Editors, Tarragona, 1998.

Ante tal dosis de idiosincrasia, los críticos de arte se vieron incapaces de identificar correctamente la obra de Cattiaux, tan liberada y tan alejada de la de sus contemporáneos que habían optado por un estilo más conformista y asimilable por todos. Louis Cattiaux era tan poco dócil con los preceptos de la época que no trataba de agradar, sino que exponía su «naturaleza interior» con segura transparencia. Por eso sólo pudo ser incomprendido por aquellos que, en consecuencia, permanecieron silenciosos ante una obra tan singular. A pesar de esta «incomprensión», sus cuadros son hoy apreciados e incluso, han suscitado el interés de museos franceses e internacionales, así como el de particulares ilustrados.
 

He aquí, en resumen, lo que podemos retener, inicialmente, de las impresiones expresadas en los artículos de la prensa especializada de la época [2].

 

[2] Beaux-Arts de 3 nov. 1933 – 13 abr. 1934 – 15 mar. 1935 – 18 oct. 1935 – 25 oct. 1935 – 6 ago. 1937 – 30 dic. 1938 – Paris-Soir de 13 ene. 1935 – La Liberté de 11 mars 1935 – Comoedia de 9 mars 1936 – Le Figaro de 18 mar. 1936 – L’Intransigeant del 18 oct. 1936 – Marianne de 18 nov. 1937 – 16 feb. 1938 – 14 dic. 1938 – 21 jun. 1939 y 28 jun. 1939 – Gavroche del 15 ago. 1946 – V de 24 dic. 1950 y 6 jun. 1951 – Le Semeur de 6 ene.. 1952.

Pero, afortunadamente como veremos más adelante, también ciertas mentes ilustradas descubrieron a un artista sin parangón en los albores de su carrera.

 

Unas palabras sobre el surrealismo

 Tras el movimiento dadaísta de la época de entreguerras surgió una corriente artística nueva conocida como surrealismo. Un manifiesto redactado en 1924 por André Breton, conocido escritor, intentó federar y dar forma a los distintos «códigos» que vinculaban a artistas, poetas, pintores, etc. que buscaban expresar en sus obras su inconsciente o un «automatismo psíquico» descontrolado de la mente, conceptos muy de moda en la época.

En 1955, el «Círculo francés del Libro» encargó a Breton un libro sobre la magia [3] perceptible en el arte, desde las pinturas rupestres hasta el periodo surrealista. Breton se interrogó sobre el significado de las llamadas culturas primitivas, y decidió lanzar una encuesta entre especialistas de diversas disciplinas sobre la noción de Arte mágico. El autor se sintió un tanto abrumado ante un tema de tan difícil definición, puesto que la noción de magia era como un cajón de sastre que abarcaba todo lo que no se podía clasificar de otra manera (religiosa, clásica, etc.). Por otra parte, el movimiento surrealista se interesó especialmente por las ciencias ocultas: la adivinación, la astrología, el celtismo, las sociedades secretas como la masonería, y también por el Gran Arte, que es la alquimia; algunos miembros ilustres como René Alleau y Bernard Roger, estaban apasionados por la alquimia.


 [3] Voz «magia»: Arte de producir, mediante procedimientos ocultos, fenómenos inexplicables o que lo parecen, como la alquimia, la astrología, la brujería, Diccionario Le Petit Robert.

 

André Breton y su esposa también eran amigos de Eugène Canseliet, alquimista y discípulo de Fulcanelli (autor del Misterio de las Catedrales); en sus escritos cita también a los filósofos iluministas del siglo XVIII: Martinès de Pasqually y Louis-Claude de Saint-Martin.

Claude Lévi-Strauss, tomando sus distancias frente al surrealismo, dijo palabras duras a su amigo André Breton respecto a su estudio: «¡Das a los términos de Arte y Magia su valor semántico más pobre!» A pesar de ello, el libro El Arte mágico de André Breton fue publicado en 1957 en una edición muy limitada [4].

Pero volvamos a Louis Cattiaux; en este rico mosaico aunque demasiado heterogéneo, Cattiaux no podía identificarse plenamente ni con sus posiciones artísticas ni con las políticas, aunque compartiera con sus coetáneos las mismas preguntas sobre los temas de la alquimia y el iluminismo… Era un hombre que quería llegar mucho más al fondo de las cosas que sus coetáneos. Así, en 1934, en respuesta a estas diferencias, Louis Cattiaux, junto con algunos amigos artistas cuyos valores les unían (Lafon, Ino, Marembert, Louis Gonzague Frick, Supervielle), publicó un Manifiesto en el que formalizaba la creación de un nuevo movimiento llamado Transhylismo, un arte alejado del ya vacilante surrealismo, que iba más allá de la materia y pretendía conducir al espectador por el camino del alma y del espíritu. Juntos exponen en París, en el número 3 de la rue Casimir Périer, en una galería llamada «Gravitations», creada en su propio hogar por Louis Cattiaux y su esposa Henriette. Tres años más tarde, cuando la galería cerró, Louis Cattiaux siguió exponiendo sólo sus propias obras en esta dirección.

 

[4] Véase Éléonore Devevey, Donc, de quoi parle-t-on? Breton, Lévi-Strauss, et l’art magique, universidad de Ginebra, in Bérose – Encyclopédie internationale des histoires de l’anthropologie, París, 2022. Ver también como complemento la conferencia de Patrick Lepetit Surréalisme et ésotérisme, o bien su último libro titulado Surréalistes et alchimistes, chemins croisés, ed. Selena, 2022.

 Como veremos a lo largo de nuestro artículo, el sentido de la magia en el arte de Louis Cattiaux parece tener una consistencia mucho más palpable que la de la mayoría de sus compañeros surrealistas…

 

La búsqueda 

 En la primera mitad del siglo XX, la búsqueda del saber no era tan fácil de adquirir a distancia como hoy en día. Así, de forma autodidacta, Louis Cattiaux recorrió las bibliotecas de París, incluyendo la del Arsenal, y transcribió, en pequeños cuadernos, el saber de los maestros medievales y de los Adeptos alquimistas desaparecidos. ¿Acaso no dice «sólo el que penetra hasta la raíz conoce todos los frutos del árbol»? [5] y fue el fruto de sus reflexiones lo que le inspiró un ensayo magistral: Física y Metafísica de la Pintura, publicado después de su muerte. 

Integró tan bien sus descubrimientos en su arte que más tarde se dirá de su pintura, sin poder pretender abarcar todas sus múltiples dimensiones, que es en más de un sentido… MÁGICA. Intrigado, uno tiene la impresión de explorar alguna escena onírica o teatral poblada de figuras, flores y animales. Según la temática, ensaya un estilo y luego otro, pero siempre con precisión, porque cada elemento está cuidadosamente pensado con varios días de antelación, nos revela uno de sus admiradores. De vez en cuando, y según la demanda, pinta paisajes y bodegones más convencionales, porque también tiene que cubrir las necesidades económicas del día a día. 

Los temas de sus pinturas no son lo único que llama la atención, sus pigmentos sorprenden por sí mismos, y sus efectos son altamente insólitos: 

 

[5] Ibídem,p. 37. 

colores a veces crudos, a veces espesos, como esmaltados, cuyo acabado final cambia inexplicablemente en función del ángulo de luz, que, como absorbida por el lienzo, parece moverse en el espesor de la materia «transmutada». 

De hecho, Louis Cattiaux no oculta su atracción por la Alquimia y su práctica; incluso llega a desarrollar sus colores tras haber estudiado durante más de quince años las prácticas de los alquimistas y las recetas de los grandes pintores, entre ellos las de Van Eyck y Rubens. Los resultados de sus investigaciones fueron tan impresionantes que, a día de hoy, se desconoce la composición exacta de sus pigmentos y el contenido de sus mezclas que hacen que la materia sea imputrescible, secretos que supo guardar tan preciadamente. 

Su búsqueda está fundamentada en lo absoluto, según sus propias palabras «hemos de volvernos ausentes de nosotros mismos, para volvernos presentes ante la creación entera [6]».

 

[6] Ibídem, p.61.

La temática de sus obras puede parecer heterogénea a primera vista, sin embargo, en su conjunto gira en torno a un tema coherente, a veces perceptible, a veces sugerido: la alquimia, escenas de anunciación, vírgenes eternas [7], Cristo. Como místico, expresa plenamente en estas escenas su fe, al tiempo que rehúye cualquier dogmatismo o fanatismo que pudiera desecarla [8].

No son sólo escenas fascinantes de contemplar; si las exploramos con habilidad, descubriremos una gran riqueza de detalles, símbolos y alegorías; tanto es así que estas pinturas consiguen, rompiendo nuestras ataduras, alcanzar imperceptiblemente nuestro subconsciente, hasta el punto de poder percibir en ellas su mensaje oculto.

 

Louis Cattiaux escritor

 

Inspirado, Louis Cattiaux alterna la pintura y la escritura, dos artes que pueden parecer diferentes a primera vista, pero que en el fondo son testigos de una búsqueda similar. Publica dos colecciones de poemas, pero dedica la mayor parte de su vida a redactar miles de versículos [9], para luego clasificarlos metódicamente en capítulos que denomina «libros». En 1946 publica a cuenta de autor, una parte de éstos bajo el título evocador de El Mensaje Reencontrado, obra que en 1956 se editaría post-mortem en su totalidad, ofreciendo al lector una gran cantidad de versículos hasta entonces inéditos y que serían traducidos a numerosos idiomas. En una primera lectura, estos escritos parecen tan inclasificables como podría ser su pintura.

 

[7] Louis Cattiaux : « Pinto vírgenes eternas cuyo verdadero nombre sólo conocen aquellos que las desposan ».

[8] Ver la introducción de Jeanne d’Hooghvorst, p.14, de nuestra edición CATTIAUX, UN ART MAGIQUE», Éditions Philomène Alchimie, Lanmeur (Francia), 2023.

[9] Estos textos breves recuerdan los aforismos y giros literarios que pudo estudiar en los manuscritos de los antiguos alquimistas.

Entonces, ¿acaso hay alguna llave para abrir las palabras y las obras de este curioso pintor-poeta?

Louis Cattiaux indica que este libro puede leerse también de otra forma, es decir, simplemente interrogándolo con la ayuda de un abrecartas que apunta al azar sobre las páginas [10]. Este método de lectura mágica permite captar lo que el artista sugiere sutilmente al lector. Asimismo, nos desvela la analogía que existe entre descifrar sus versículos y descifrar sus cuadros, porque para él, sacar al azar un versículo del Libro es como invitar a un huésped a un viaje meditativo por su pinacoteca, acompañarle de un cuadro a otro, ayudarle a descubrir un detalle y luego otro, y finalmente, si el visitante se toma la molestia, compartir con él la idea subyacente que ha querido transmitir. De este modo, el espectador ya no es un mero espectador, sino que tiene la oportunidad de atravesar por un momento el grosor del lienzo y adentrarse en la imaginación del artista.

Tanto si contemplamos sus cuadros como si leemos sus versículos, tenemos la clara impresión de estar, con nuestros ojos de niño, ante el portal de una catedral, cautivos de una simbología, pasando de una imagen esculpida a otra, estableciendo el vínculo entre ellas y adivinando el sentido oculto de un mensaje que resulta ser siempre el mismo a pesar de sus múltiples formas. Así pues, al adoptar el enfoque de Louis Cattiaux, nos encontramos en conexión con un artista moderno que está a su vez en correlación con los Maestros del pasado, y que intenta benévolamente transmitirnos a través de su obra la Revelación que procede de la Tradición primordial.

Ya sea a través del arte pictórico o del literario, el Mensaje que este artista transmite a nuestra sagacidad parece ser prácticamente similar. 

 

[10] Ver a la página 5 la foto en la que se observa el autor y su invitado con un abrecartas en la mano, CATTIAUX, UN ART MAGIQUE, op.cit.

Las dos artes a las que se dedica están aquí amalgamadas de una manera que ningún otro pintor-escritor ha sido capaz de hacer tan finamente como él. En efecto, otros pintores han producido novelas, poemas y manuscritos pintorescos, pero ciertamente ninguno de ellos bajo esta forma literaria tan original. Cuando le llega la inspiración, «del soplo de Arriba» [11] nos asegura Louis de Gonzague Frick, Louis Cattiaux garabatea sus versículos impulsivamente en cualquier trozo de papel que tiene a mano, luego los retoma, los afina palabra por palabra, los dispone como si aplicara meticulosamente sus colores en pequeñas pinceladas sucesivas sobre un lienzo en blanco, colocado en el caballete. Sea cual sea la originalidad de su método, podemos adivinar que sigue conscientemente la misma trama.
 

Louis Cattiaux alquimista

 

Algunos no dudan en sugerir que este Mensaje Reencontrado es el último libro conocido del Corpus Hermeticum [12], ese conjunto de manuscritos que enseñan las ciencias sagradas como la Alquimia, ¡esta Ciencia de Dios, como Louis Cattiaux la denomina tan acertadamente! Sin embargo, Louis Cattiaux es, para nuestro beneficio, un hombre del siglo XX, por lo que su mensaje nos resulta tanto más fácil de asimilar, si nos tomamos la molestia de ello, que los textos demasiado abstrusos de siglos pasados. Leyéndole y explorando atentamente sus cuadros, todo indica que posee la maestría del conocimiento del gran arte de la alquimia. 

Y, no obstante, Louis Cattiaux nunca incluye las palabras alquimia, atanor o azufre en su Mensaje Reencontrado, únicamente la palabra mercurio [13] una sola vez… Sin embargo, esboza hábilmente la Ciencia divina en sus cuadros insertando símbolos alquímicos (azufre, mercurio, sol, luna, retortas, piedra filosofal…) cuyo significado sólo pueden descifrar los conocedores atentos. También comparte generosamente sus conocimientos herméticos en unas cartas confidenciales a un puñado de amigos [14]. Es por estas razones, –demasiada discreción, falta de búsqueda de reconocimiento absoluta y una libertad sin concesiones– por lo que no es considerado un gran pintor por sus coetáneos, ni un verdadero Adepto por la mayoría de los alquimistas contemporáneos; y, de hecho, ha sido erróneamente malinterpretado, a veces incluso refutado como tal.

 

[12] Jean-Marie d’Ansembourg Glose téméraire des prières au père et à la mère, ouvrage ouvrant le Message Retrouvé par Louis Cattiaux, ed. Miroir d’Isis, Ways (Bélgica), 2020.

[13] El Mensaje Reencontrado, 3, 72.

[14] Véase al respecto : René Guénon y Louis Cattiaux, «Correspondencia completa», Obelisco, Barcelona, 2013 y revista LA PUERTA, n°74, «Correspondencia de Louis Cattiaux» con James Chauvet, Gaston Chaissac y Serge Lebbal, Isaac Peral 13b, Pineda de Mar, 2018, y también Louis Cattiaux, Florilegio epistolar, Arola editors, Tarragona, 1999.

Pues, desgraciadamente, muchos hablan de él sin haber profundizado lo suficiente en esta obra pictórica y literaria, que parece tan difícil de comprender, a pesar de que sus palabras son increíblemente claras, pero «espantan a los codiciosos y perturban a los groseros», según él mismo afirma.

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Siempre con una voluntad de simplicidad, consigue en sus escritos exponer con palabras «ordinarias» conceptos que en realidad son muy simples, pero que, a nosotros con nuestras mentes algo sinuosas ¡nos parecen extremadamente complejos! Aúna inseparablemente la búsqueda de su unidad con Dios con la búsqueda del sentido de la alquimia, ambas experiencias tan entrelazadas. ¿No se dice que la alquimia es «trabajo de mujeres y juego de niños»[15] ? Combina así de forma brillante sobriedad y magnificencia. En apariencia, nunca propone en sus enseñanzas recetas operativas, como algunos esperarían, y que les reconfortarían en la práctica sola del laboratorio.

Y, sin embargo, él mismo reitera una y otra vez: «Todos (o casi todos) los versos del Mensaje Reencontrado tienen un sentido alquímico», lo que resulta evidente para quienes han leído otras obras sobre el tema…

Así que ahora es a nosotros a quien corresponde escudriñar sus cuadros hasta el último detalle, abordar cada versículo, asimilar cada uno de sus significados, hasta el último… el alquímico, el más elevado, nos asegura él mismo; todos encajan en un orden elegido por el autor. Estos breves textos de prodigiosa lucidez se revelan como una verdadera enseñanza iniciática, en la que el autor oculta incluso anagramas y términos codificados, incitándonos a indagar en su significado, velado adrede.

 

[15] Fulcanelli, Les Demeures philosophales, p.78 tomo 2, ed. Pauvert, 1996.

Ciertamente, todo esto parece a veces difícil de abordar; muchos, por falta de conocimientos, se detienen en los primeros significados, los más aparentes, y luego tropiezan con palabras o claves que parecerían a priori evidentes de descifrar, pero las puertas de la comprensión permanecen indudablemente cerradas para ellos por falta de audacia o de perseverancia. Otros, asustados por la alquimia, sólo leerán lo que quieran o puedan encontrar en ella; porque, como se dice claramente en El Mensaje Reencontrado, el lenguaje de su arte «habla a la intuición, al amor y a la memoria profunda y no a la inteligencia, a la voluntad y a la razón superficial de los hombres» [16].

 

Louis Cattiaux y la piedra filosofal

  

Louis Cattiaux nos parece ser uno de nuestros raros contemporáneos en haber realizado la Gran Obra [17], tanto por la comprensión de su esencia como por su realización efectiva en el laboratorio. Sabía que la práctica del Ora y del Labora [18] son imperativas para captar el sentido profundo del mundo, y que ésta es la única vía aquí abajo para reencontrar nuestra Unidad perdida con Dios. Sabía que lo que demasiado comúnmente se llama Alquimia refleja el alma de la creación y no son sólo mezquinas manipulaciones de laboratorio y conversaciones inútiles. Para los que aún puedan tener dudas, Cattiaux deja claro en varios de sus versículos que, efectivamente, es gracias al indispensable Donum Dei, o famoso don de Dios, que él pudo obtener «la cosa» y «tenerla en sus manos», según él mismo confiesa.

 

[16] El Mensaje Reencontrado, 19, 03’

[17] Realización de la piedra filosofal tan codiciada por los alquimistas.

[18] Oratorio y laboratorio.

De hecho, en su obra en general, y en El Mensaje Reencontrado en particular,  muestra, de forma velada, cómo llevar a cabo la renovación de la creación, que otros tratan de calificar de modo perentorio de alquimia espiritual, pero trabajando sobre la materia misma mediante una práctica alquímica tradicional y muy tangible; pues se trata, como él dice tan claramente, de separar la almendra de la mugre que la rodea [19]  cuando otros antes que él dijeron que era necesario «distinguir entre lo impuro  lo que es puro» [20]. De sus pinturas y textos se desprende claramente que Louis Cattiaux está muy alejado de la búsqueda superficial de la transmutación del plomo en oro, su exploración va mucho más allá de tales nimiedades.

La publicación íntegra de este Mensaje Reencontrado [21] se realizará gracias a Emmanuel y Charles d’Hooghvorst, fieles amigos de Louis Cattiaux. Ellos perpetuarán, y posteriormente sus descendientes, esta obra todavía tan poco conocida hasta el día de hoy en Francia, país de su nacimiento, pero afortunadamente apreciada según su verdadero valor y estudiada por grupos de buscadores en el extranjero.


La Transmisión

 

Jean-Christophe Lohest y Jeanne d’Hooghvorst-Lohest (hija de Charles), llevan décadas estudiando incansablemente la pintura y los escritos de Louis Cattiaux.

 

[19] El Mensaje Reencontrado, 16, 62.

[20] IHVH a Aarón: «…a fin de que podáis distinguir lo que es impuro de lo que es puro», Levítico, 10,8-10.

[21] El Mensaje Reencontrado, ed. Denoël, París, 1956.

Tras haber recorrido muchos kilómetros con el objetivo de catalogar y fotografiar la mayoría de las obras pictóricas de Cattiaux, querían transmitir las informaciones adquiridas a lo largo de treinta años de investigación. En 2021, ofrecieron a nuestra editorial Philomène Alchimie publicar El Símbolo Renovado de Raimon Arola, traducido del español por Jeanne d’Hooghvorst [22].

Ahora es una obra mayor CATTIAUX, UN ARTE MÁGICO [23] que nos han ofrecido publicar, son también ellos quienes han propiciado que nos acercáramos tanto a la obra de Cattiaux; aprovechamos esta ocasión para expresar nuestro agradecimiento.

Por primera vez 191 pinturas y 42 dibujos de Louis Cattiaux, la mayoría de ellos inéditos, se encuentran reunidos en un verdadero libro de arte [24].

 

[22] R. Arola, Le Symbole renouvelé, à propos de l’œuvre de Louis Cattiaux, ed. Philomène Alchimie, 2021.

[23] «El Arte es Mágico o no es» p.43, Física y metafísica de la pintura, op. cit., p.33.

[24] La primera edición de este libro está a la venta por un precio reducido gracias a la participación de generosos donantes. Se trata de la edición de un libro de arte en formato 210 mm x 297 mm, 320 páginas, encuadernación cosida, ilustraciones en color y en blanco y negro, papel satinado de 150 g, cubierta de tapa dura de 3 mm, peso: 1,850 kg. A la venta a partir de enero de 2024 en las librerías francesas y disponible en línea a partir de octubre de 2023 en la página de nuestra editorial: www.editionsphilomenealchimie.com

Las obras están clasificadas según un criterio temático: un arte mágico, mors et vita duello, vírgenes eternas, figuras, retratos, bestiario, paisajes, naturalezas muertas. Dichas reproducciones están precedidas por una esclarecedora introducción de Jeanne d’Hooghvorst que nos demuestra con la ayuda de unos extractos de prensa de la época, como ciertos críticos de arte contemporáneos de nuestro autor, habían valorado admirablemente desde el principio la obra de Louis Cattiaux ; a continuación, R. Arola [25] nos ofrece una visión de conjunto del panorama artístico de principios del siglo XX en París, y por último una exhaustiva biografía del pintor realizada por Jean-Christophe Lohest y Jeanne d’Hooghvorst-Lohest permitirá al lector conocer mejor al artista a lo largo de su corta vida.

El libro concluye con algunos espléndidos extractos Física y Metafísica de la pintura de Louis Cattiaux. En las últimas páginas un índice completo de las pinturas será una verdadera ayuda para los lectores. Esta obra está ilustrada también con numerosas fotografías [26] originales de Louis Cattiaux, que contribuyen a volver a este gran artista-filósofo aún más perceptible y eternamente vivo.

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No nos equivoquemos, esta nueva obra CATTIAUX, UN ARTE MÁGICO constituye una verdadera herramienta para penetrar en la obra global de Louis Cattiaux, pintor en su poseía y poeta en su pintura [27], y para abarcar la profundidad de su Mensaje Reencontrado que ilustró maravillosamente en sus pinturas.

 

[25] R. Arola, doctor en historia del arte y profesor de Bellas Artes de Barcelona, es especialista en simbología sagrada en el arte y en la tradición hermética.

[26] El lector descubrirá 75 fotografías relativas a Louis Cattiaux, carteles de exposición, fotos de portada del Mensaje Reencontrado, artículos, documentos de archivo, etc.

[27] Expresión de Jean Rousselot.

Estamos convencidos de que estas dos obras no pueden existir ahora la una sin la otra. Esta es la razón por la cual hemos evocado alternativamente El Mensaje Reencontrado y su obra pictórica.

El propósito de esta publicación es permitir al lector explorar con atención su obra inédita y descubrir página tras página la armonía del mundo, tal como el propio Cattiaux la expresó a través de la mirada iluminada de un artista.

Esperamos que este libro CATTIAUX, UN ARTE MÁGICO asociado al Mensaje Reencontrado resulte tan familiar e indispensable para el lector, como lo es para nosotros, cual alimento auténtico y sustancial, y le conduzca a un crecimiento perceptible de su luz interior [28]

¡Y si su surco [29] ha terminado, su obra no hace más que comenzar!…

 

 

© Traducción del francés:

Jeanne d’Hooghvorst (oct. 2023)

 

 

[28] Expresión procedente de la introducción de Jeanne d’Hooghvorst.

[29] Esta elocuente cita está sacada de la introducción de la presente obra de Louis Cattiaux, y nos parece muy acertada, puesto que ¿acaso los alquimistas no se califican a sí mismos como «labradores» ? Véase al respecto el magnífico homenaje de Jean Cuttat a Louis Cattiaux, 1953, p. 44.